Cuando el joven se disponía a marcharse para su hogar, ubicado en Los Alcarrizos, e iba a abordar una guagua para su destino, tuvo la mala suerte de que una patrulla de la Policía lo detuvo, pero fue liberado varias cuadras después de su centro de labores diarias.
Sin embargo, fue despojado de los 400 pesos que se había ganado con el sudor de su frente y que iban a disfrutar los policías que cometieron esa fechoría.
El joven no tuvo otra opción que volver a limpiar vidrios, después de las diez de la noche, para no llegar a su casa con las manos vacías.
Según algunas denuncias, esa acción es común en muchos lugares donde jóvenes y adultos se lanzan a buscarse el pan de su familia de una manera digna, pero son víctimas de esas acciones cuestionables de algunos agentes policiales.
La situación ha creado el temor entre estas personas que han sido obligadas, por precariedades económicas o poca formación escolar, a ofrecer sus servicios en los semáforos y en las vías públicas.
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