Lo que revela la web de nuestros deseos sexuales
¿Qué deseamos cuando nadie nos está observando?
Que el sexo nos gusta, que el sexo vende, que escandaliza, que se reprime, que se divulga, que está en todas partes y en ninguna, es evidente.
Lo curioso es que, científicamente, es más fácil explorar galaxias lejanas que lo que ocurre entre una pareja detrás de las cortinas de una habitación.
"La ciencia de la sexualidad y la ciencia del deseo sexual no ha progresado porque hay tantas restricciones morales y culturales. No sólo eso, sino que a menudo nos da vergüenza hablar de lo que realmente nos gusta, porque tememos que nos ridiculicen o nos hostiguen", le dijo a BBC Mundo el neurocientífico computacional Sai Gaddam.
Pero ahora internet permite estudiar la sexualidad como nunca antes.
"La gente concibe a la red como una herramienta eficiente, pero realmente es un genio mágico que nos concede todos los deseos que tengamos. Incluso si no sabemos cuáles son nuestros deseos, uno se conecta y aparecen toda clase de deseo en el mundo virtual", señala Gaddam.
Y, tras dos décadas con la red global, podemos confirmar que el sexo es un componente importante de nuestras vidas.
"Sí. Cuando empezó, era el tema dominante de las búsquedas. De hecho, ahora ha bajado, pues hay tanto más en internet. Pero todavía vasta mayoría es sexo".
Lo que hicieron Gaddam y su colega Ogi Ogas, también neurocientífico computacional, fue recopilar "mil millones de búsquedas", analizar "el contenido del millón de websites más populares del mundo", así como "millones de historias eróticas y anuncios clasificados, novelas románticas".
"Lo que queríamos era tener una visión exhaustiva de la verdadera naturaleza de los deseos sexuales de las mujeres y los hombres".
Un gran experimento
Aunque la muestra que tenían a disposición Gaddam y Ogas era enorme, estaba por definición limitada a la población que tiene acceso a internet en espacios privados. No obstante, comparada con la que normalmente se tiene, es muchísimo más amplia.
"Tradicionalmente los sujetos que tenemos para este tipo de estudio son occidentales, educados, industrializados y democráticos... básicamente estudiantes de universidad. Lo que nosotros tuvimos fue una muestra mucho más diversa que la típica. Y las cantidades son sencillamente vastas: cientos de millones de personas".
Respecto a cómo se hace para saber si esos individuos son mujeres u hombres, heterosexuales u homosexuales, Gaddam explica que se determina por medio de métodos como el análisis del historial de búsquedas de las personas, o con acceso a información sobre el uso de tarjetas de crédito, que contienen identificadores demográficos.
Armados, entonces, con toda esa información, se abocaron a "trazar y detallar el paisaje entero de los deseos sexuales".
"Primero queríamos ver cuáles deseos existían y cuáles eran los más populares", dijo.
"Por ejemplo, encontramos muchos hombres heterosexuales interesados en mujeres con penes erectos, algo que no se habría encontrado en un laboratorio".
Esto porque, según explica Gaddam, "los hombres no se dan cuenta de que existe un interés subconsciente en penes".
Al parecer, se debe a una conducta de adaptación.
"La razón es que si ven un pene erecto, usualmente eso sugiere que un encuentro sexual está por suceder. Y fue adaptado en el pasado para que la persona que viera esa señal se apresurara a ser la primera en participar en ese acto".
En internet, por ejemplo en el Futanari del anime o manga japonés, se crean figuras en las que se le yuxtapone un pene a la figura de una mujer.
"Esto es algo a lo que el cerebro no está acostumbrado en el mundo real. Por ello el cerebro se asombra y, a menudo, le parece excitante".
Según los neurocientíficos, nuestros cerebros pueden ser engañados por ilusiones eróticas tanto como por ilusiones ópticas, y por ello éste es uno de los intereses sexuales más populares entre hombres heterosexuales en internet.
"Déjeme explicarle -le dice Gaddam a BBC Mundo-: los hombres no están conscientes de que les atrae el pene. Pero si lo ven, eso dispara la excitación. Así que la pornografía Futanari aprovecha de esta peculiaridad particular del cerebro masculino creando una fantasía muy potente".
A ellas
A muchas mujeres heterosexuales, por su parte, les gustan escenas de encuentros homosexuales entre hombres heterosexuales.
"Eso también es muy interesante, pero desglosémoslo. A las mujeres heterosexuales les gusta leer sobre hombres explorando entre ellos su sensibilidad y también teniendo relaciones sexuales. Estos hombres tienden a ser personajes de ficción de obras conocidas, como por ejemplo Harry Potter con Draco Malfoy. Lo interesante aquí es la distinción de que no son gays sino hombres heterosexuales copulando", detalla el neurocientífico.
Desde el punto de vista del cerebro sexual de la mujer, lo que le atrae es la exploración del tacto, las personalidades y los matices de dos hombres varoniles.
Pero, ¿quiere decir esto que una escena con dos hombres tocándose excitaría a todas las mujeres?
"Lo que tenemos en el cerebro es lo que yo denomino 'entradas sexuales'. Si por casualidad nos las encontramos, nos van a excitar", explica Gaddam.
"Si consideramos la escena de dos hombres heterosexuales explorándose sexualmente, esta contiene una 'entrada sexual' que todas las mujeres tienen: les atrae explorar el carácter, la personalidad del hombre".
"Ahora, que eso se traduzca en excitación sexual consciente, como le ocurre a muchas mujeres que leen este tipo de ficción, depende de si estamos conscientes de estas entradas y conscientes de cómo estamos reaccionando ante ellas, así como si le permitimos a nuestra mente responder de una manera positiva".
En el caso del hombre ante una mujer con pene, "hay definitivamente una reacción inconsciente pero probablemente no se manifestará conscientemente", dice el experto.
Parte de lo que reveló el exhaustivo análisis de la actividad sexual en internet parece confirmar cosas que ya se sabían, como que los hombres se excitan con imágenes mientras que las mujeres necesitan una historia.
"El cerebro sexual del hombre no necesita de mucho para excitarse. Y lo visual es lo más fácil. Mientras que el de las mujeres requiere de un montón de estímulos. Así que mientras el hombre sólo tiene que ver a una mujer atractiva, para la mujer él no sólo tiene que ser atractivo, buenmozo, muscular, competente, sino también tiene que decir las palabras correctas y quizás llevarle un ramo de rosas".
La investigación de Ogi Ogas y Sai Gaddam quedó plasmada en un libro que se llama "A Billion Wicked Thoughts", algo así como "Mil millones de pensamientos pícaros", y, aunque varios de los comentarios de los expertos cuestionan algunos aspectos de la investigación, todos valoran muy bien el trabajo.
"El segundo paso sería constituir muestras más rigurosas, basadas en lo que nosotros hemos hecho", dice Gaddam.
"Pero el primer paso era averiguar cómo es la gente, y eso no se puede hacer con una muestra aleatoria pequeña. Uno tiene que preguntarle a todo el mundo, y eso es exacto lo que está en internet: el mundo. Éste es el primer paso significativo, el que tenía que darse antes de poder empezar a refinar los resultados".
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